21 septiembre 2005

Amanuense a Becario


Hoy el becario se sintió mal. Pienso que se sintió mal porque le avisaron de una pequeña traición y vi como sus ojos brillaban y una jodida lágrima pujaba por salir de ellos. El becario es sensible, extremadamente sensible, en cierta ocasión le vi tirado en el suelo, blanco por el estupor y el desconcierto cuando le atacó un cliente al teléfono. El becario era la persona más encantadora de mi equipo y se me lo llevaron a otro departamento, desde allí viene a diario 5, 7, 9 veces a mi mesa a contarme cosas a preguntarme por esto y aquello, yo me acerco a la suya 1, 3, 5 veces por día pues no nos gusta hablar por el interno y le cuento cosas y le pregunto por su mujer o su tierra y por la pequeña Lua que está a punto de llegar; él sabe cosas de Saramago y Tabucchi y yo le cuento historias de viajes y de cómo se va encarnando un alma que ha encontrado su lugar en el mundo. El becario me enternece y me preocupa porque cuando le acechan los malvados se atasca y se desmaya; tal vez tenga que vencer muchos escollos aún para que ese puto ángel de la guarda le deje en paz.

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