05 octubre 2006

Autoestima

EL VIEJO TRUCO DE LA AUTOESTIMA
EL CLUB DE LA COMEDIA RELOADED



Me llamo Pepe y soy ociópata. ¿Sabes lo que es, no? Un adicto al ocio, pero al ocio creativo, que es lo que se lleva ahora. Ocio creativo es hacer algo en tu tiempo libre que no sea descansar y que, por supuesto, te cueste una pasta... Porque si es gratis no es creativo.
Un día un compañero me preguntó:
- ¿No me notas nada especial?
- Hombre, pues como no sea que tienes más barriga...
- Pues a lo mejor, pero es de satisfacción: acabo de terminar un cursillo de autoestima y, tío, me gusto más...
Y yo me dije: "¡Pues si con la autoestima no te importa tener ese tripón, yo me apunto...!".
Y allá que me fui, porque a mí me habían dicho que si le pones los cuernos a tu novia es cosa de la autoestima, que si te tienen de pringao en el trabajo es por la autoestima y que si quieres ganarte la confianza de la gente pongas carita de pena y alegues tener muy baja la autoestima...( realmente eso es tener jeta, nada más ).
En los cursillos de autoestima se aprende sobre todo una cosa: que la morcilla es para los demás. O sea, ¡que a los demás les den morcilla! Tú entras allí y te dicen:
- Tienes que quererte, tú eres lo más importante del universo. Si sólo queda una cerveza en la nevera y te la bebes tú, eso no es ser egoísta, eso es quererse. Y si alguien se queda sin cerveza... que le den morcilla.
Y luego te dicen:
- No tienes por qué hacer nada que no quieras hacer; aprende a decir ¡no!
Y te tienen media hora diciendo: "¡No...! ¡No...!". ¡Más fuerte! "¡NO...! ¡NO...!". La verdad es que empecé a sentirme mejor, y cuando el profesor dijo:
- Y ahora haremos una relajación.
Le dije:
- ¡¡¡NO!!! ¡Yo ahora no quiero relajarme, yo lo que quiero es una cerveza!
Y, claro, a fuerza de cervezas se me puso la tripa como a una embarazada de trillizos.
Y llegué a la siguiente conclusión: cuando tienes más tripa que autoestima... tienes que ir al gimnasio. Al hacer la matrícula me dijeron:
- El entrenamiento personal son 50, pero gimnasio más taichi son 70, y te regalamos la crema reductora Vientre-lix.
Y, tío, me convenció.
Cuando llegas al gimnasio te das cuenta de que todos se saben manejar los aparatos menos tú.... Yo le di con una mancuerna a un tal Evaristo que no conocía de nada. Pero no me importó: ¡tenía autoestima! "Que se aparte él, yo soy el centro del universo, ¡que le den morcilla!".
Al salir del gimnasio me pregunté: "¿Correr encima de una cinta es ocio creativo? Bueno, menos mal que me queda el taichi...".
¡Ah, el taichi...! ¡Qué bien me suena eso del taichi... tan milenario y tan oriental...! En la primera clase, el profesor de taichi, que por cierto se llamaba Ramón y era de Teruel, que no pega nada, nos dijo:
- Lo más importante en el taichi es el equilibrio.
Y te enseña a cargar una bola imaginaria... ¡¡sin que se te caiga!! ¡Que digo yo que lo difícil sería que se te cayese!
Pero, en fin: así te tiras tres semanas. Llevando la bola por todo el aula. ¡Joder con el ocio creativo! Oye, que llegó un momento en que me obsesioné, iba por toda la casa con la bola. Cuando quería coger algo, tenía que ponerme la bola entre las piernas. Hasta que me harté y le dije al profesor:
- Tenga usted la bola que yo no puedo más. ¡Y que conste que no se me ha caído ni una sola vez.!
Cuando salí de allí, me dije: "Ya tengo autoestima y equilibrio. ¿Qué me falta? ¡Relajación!". Y me apunté a yoga.
Me habían dicho que el yoga iba a dejar salir mi yo profundo. Antes de ir a clase yo pensaba que la definición de yoga era: "Ponte en esta postura e intenta que no se te rompa la cabeza". Pero no, me relajé completamente. Me relajé tanto tanto... que me quedé dormido, y que me puse a roncar como es costumbre en mí. Ese es mi yo profundo , el del ronquido.... y que me pongan otra cerveza.

...

Homenaje a Selim, el hámster de un conocido, bicharraco huidizo y cobarde de inteligencia emocional nula...jajajajaaaa



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