22 abril 2006

Los primeros jazmines



¡Ah, estos jazmines! ¡Estos blancos jazmines! Recuerdo aún el primer día en que cubrí mis brazos con estos jazmines, con estos blancos jazmines.
He amado la luz del sol, el cielo y la verde tierra.
He oído el cristalino murmullo del río en la oscuridad de medianoche.
En el recodo de un camino, el crepúsculo otoñal ha venido a mi encuentro, como una novia que aparta su velo para recibir a su amado.
Sin embargo, mi memoria está perfumada aún con aquellos primeros jazmines blancos que tuve en mis manos de niño.
La vida me ha ofrecido muchos días alegres y noches de fiesta; uní mis risas a las de mis felices invitados.
En las mañanas grises y lluviosas, he tarareado lentas canciones.
He colgado de mi cuello la guirnalda vespertina de bakulas, tejida por las manos del amor.
Sin embargo, mi corazón está perfumado aún con el recuerdo de aquellos frescos jazmines, los primeros que llenaron mis manos de niño.
Rabindranath Tagore


1 comentario:

Existencialista dijo...

En Córdoba, en mi Córdoba, el jazmín se despliega pasados los primeros días de frío. Es avaricioso y se deja mostrar en ocasiones señaladas. Debes pasear por la noche para olerlo. Pero cuando te regala una ráfaga, el mundo parece desvanecerse en una amalgama de besos de esos que se dan cuando amas a alguien a oscuras, en los instantes que preceden al sueño.