Los humanos, tenemos un Dios por cada tribu, por cada cultura, por cada concepción cultural. Nos matamos por adorar y preservar unas piedras en Palestina por donde anduvo Jesucristo, o por preservar el muro que Salomón edificó hace más de dos mil años. Adoramos a un meteorito venido del espacio en la cultura Musulmana. Adoramos a las fuentes donde se aparece tal o cual Virgen o Santo, etc, etc, Todo esto no esta mal, puesto que cada cual construye su fe en función de tal o cual reliquia, o de tal o cual motivo figurativo. Lo que es terrible, es que por preservar estos conceptos nos matemos, incendiemos, torturemos o levantemos “Guerras Santas” en nombre de nuestros dioses tribales, que paradójicamente predican el amor, la caridad y el perdón.
Dios para mi es la virtud; es decir, el Amor, la Justicia y la Paz. No el amor de Cristo, o el de Mahoma o el de Buda; que en cualquier caso pueden ser respetables; sino el AMOR CON MAYÚSCULAS, sin forma, sin connotaciones tribales.
Dios para mi es el niño que se muere de hambre, mientras adoramos a piedras, maderos o fetiches.
Dios es el bien supremo que se ofrece a nuestro vecinos, a nuestro amigo o al forastero.
Dios es la PAZ DE LA MATERIA, LA PAZ DE LA PSIQUE Y LA PAZ DEL ESPÍRITU de cada hombre, de cada animal, de cada planta.
Dios vive en mi corazón, y es incapaz de matar, de juzgar, de perseguir, de torturar o de producir injusticia; es generoso, bueno, cariñoso, tolerante con el error. Es Justo y preserva al ser humano como el bien más sagrado.
Todos los iniciados del mundo tenían como norma no adorar jamás a un ser encarnado, pues era una idolatría que disminuía el propio concepto de Dios en si mismo.
Todos los seres de la tierra a los que hemos hechos dioses, hijos de dioses o encarnaciones del mismo tuvieron y tienen aún hoy profundas imperfecciones.
¡O enterramos a los dioses o los dioses nos entierran a todos...! en guerras fraticidas, fanáticas, intolerantes y raciales.
El ser humano vive en el estrato más primitivo del concepto espiritual. Las religiones no son sino procesos involutivos que nos alejan de Dios. Desgraciadamente los que más reivindican la deidad, mas alejados están de la misma.
Giovanni Colombo
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