"- No entres, no te acerques, está muy malito.
- Yo quiero jugar con él, mamá déjame entrar!!!
- Míralo, sólo un momento, tiene un hoyito en la barbilla como tú.
- Que bonitoooo, ¿se pondrá bien?
- Claro, y te dejaré que lo cojas"
No hubo funerales, no hubo lutos, no vio lágrimas, un día sin más ya no estaba, le pareció oir una conversación sobre algo de una caja blanca y pequeña pero la mandaron a su habitación a pintar con sus nuevos lápices de Alpino.
Años más tarde se rompieron los cordones de plata de dos más , les cuidó hasta el fin. Esta vez organizó una buena despedida, vestía de blanco, prepararon bocadillos, inciensos y velas de colores, había que desterrar la tristeza y no podía permitir que ellos vieran la pena de los que quedaban, había que dejarles partir sin lastre y las lágrimas sólo conseguirían retenerles. Si ellos pudieran soplar y decir "¡¡¡ ehh que se está bien aquí !!!" , entonces supo que no hay que sentir rabia ni resentimiento porque la vida de un ser no pertenece a otro. Todo estaba claro, una especie de viento limpiaba cosas de su alma, comprendió el sentido...el secreto de todos nuestros mundos, de todas nuestras esferas, de todas esas burbujas dentro de las cuales estamos tan solos.
1 comentario:
Maravilloso relato... me ha encantado...
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