Los recuerdos flotan sobre nosotros como globos de colores. Un aroma, una música, un sabor, un paisaje, nos permiten agarrar el cordel del globo y bajarlo para saborear la magia de haber vivido aquel momento.
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Un ladrido allá abajo en el parque me trae a Kernel y con él a ti. Un trigal me trae las tardes de paseo con Papá y Jose por los campos para ir a ver “el pozo de la bruja” , el miedo a semejante personaje nos mantenía alejados del peligro de caer al abismo. Un queso de Burgos me baja la imagen de Mamá batiendo la nata para hacer “quesito rico”, hervía la leche fragante que traíamos de la lechería de Juanito en unas cantarillas de latón, nos dejaba moldear y amasar aquella pasta de nata blanca para darle la forma de quesillo. El olor a clavo me hace soñar con las tardes soleadas de Bali, cuando las mujeres ataviadas con sus vestidos de colores y portando en la cabeza montañas de frutas iban en procesión a dejar las ofrendas a los dioses del volcán. Esa música de las golondrinas en sus pasadas rápidas, gritando al viento su alegría, me evoca a Pablo en la proa del catamarán entusiasmado, "oleeeeeee" al unísono con los gritos de los delfines que saltaban a nuestro alrededor...una tarde deliciosa con los niños, allá en La Palma.
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Gracias a la memoria (y a la música) los malos ratos se hacen más llevaderos, los buenos ratos se disfrutan más y dejan una huella imborrable para relatar a nuestros nietos y por arte de magia cuando nuestra capacidad para entender los “porqués” es la óptima, el Universo nos pone delante del sonido, del aroma, del trigal que nos traerán la llave del conocimiento, ya nada puede eclipsarlo. Y cuando quieres una cosa, ese Universo entero conspira para que se realice tu deseo. Regresan la sonrisa y el amor.
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¿Buscar y hurgar en el pasado para inventar soluciones a dudas de hoy?, sólo se nos dará la llave a su debido tiempo. Así pues no me esfuerzo por encontrar la partitura perfecta, no magnifico inconvenientes, sé lo que es verdaderamente importante y he creado mi propia zona nula, cero en miedos y las mínimas reacciones que emocionalmente no me valen para nada. La brújula interna calibrada según los valores del espíritu; y no con el norte apuntando a la búsqueda del poder, la apariencia o el dinero. Sé usar a mis personajillos interiores con cierta gracia y soltura y me valgo de ellos para conseguir el bien común, así que me digo “anda rica deja de flirtear con los sueños y arréglate ya”.... 5 minutos y a escena.
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Comienza el sortilegio.